La Mujer en el arte africano

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Angèle Etoundi Essamba creció y vivió entre Yaundé y París hasta que se traslado a los Países Bajos, donde se matriculó en la Fotovakschool Nederlandse (escuela holandesa profesional de fotografía).

Sus fotografías se exhibieron por primera vez en 1985 en Amsterdam, en la Maison Descartes, a partir de ahí han recorrido todo el mundo: África (Sudáfrica, Tanzania, Kenia, Senegal, Mali), Europa (Francia, España, Italia, Dinamarca, Suecia, Portugal, Gran Bretaña, Alemania), Asia (Beijing), América del Sur (Brasil, Colombia, México) y EE.UU. (Nueva York, Filadelfia, Washington DC, Florida). Sus obras están presentes en colecciones privadas y públicas, y han sido objeto de varios libros: Passion 1989, Contrasts 1995, Symboles 1999, Noirs 2001, La Métamorphose du sublime 2003, Dialogue 2006, Voiles & Dévoilements 2008, Desvelos 2009, Africa Rising 2010, I-dentity – Eye-dentity 2010, As it is 2010, Africa see you, see me 2011, Black and Red Beyond Color 2012.

Las diferentes culturas entre las que Angèle Etoundi Essamba creció han influido de manera muy significativa en su trabajo. Se inspira en esta mezcla cultural, en la que domina su herencia africana. La fotografía de Angèle Etoundi Essamba combina con sutileza líneas estilizadas con fuertes composiciones que generalmente reposan en contrastes vigorosos.

El «Contraste» es para Angèle más una técnica que un tema que modifica con incontables variaciones corporales, a veces sensuales,

a veces irónicas, transmitiendo así emociones diversas. Identidad, dualidad, modernidad y tradición son sus temas favoritos. El ser humano y principalmente «La mujer» constituye el elemento central en su trabajo.

« La fotografía es una necesidad, la de expresarme, de comunicar, de maravillarme, de interrogar. Mientras esta necesidad exista, crearé.» Angèle Etoundi Essamba

Su mirada hacia las mujeres

Angèle Etoundi Essamba es una artista comprometida. Sus creaciones son una reflexión sobre la identidad de la mujer africana, respetando las individualidades y los puntos de encuentro. Vive y trabaja con los ojos bien abiertos. Desde hace veintisiete años, observa el mundo a través de las mujeres a las que fotografía. Su obra lucha en favor del mestizaje. Se siente una mujer del mundo, que ha tenido que vivir en tres países y cuyos numerosos viajes han modelado profundamente su mirada.

En todas sus obras, las modelos se sitúan frontalmente al objetivo, de manera que se genera un lazo de empatía inmediato con el espectador. Representan los valores de la igualdad y de la fraternidad. Sus fotografías exaltan la belleza de lo real, sus figuras son verdaderas. Los colores, las líneas, las formas y los volúmenes son los muy actuales.

En este universo que le pertenece sólo a ella, exalta los colores hasta el punto de haber integrado, como tales, el blanco y el negro, controla los contrastes de un modo muy seguro y maneja con destreza y audacia los juegos de luz y sombra. Es aquí donde radica su originalidad artística.

En 2009, Angèle Etoundi Essamba crea la Fundación Essamba home (www.essambahome.com), un centro de acogida para chicas de la calle en Camerún. La fundación dispone de un centro de arte, una galería, una biblioteca, ordenadores y aulas para cursos. Con estos servicios pretende ofrecer a las chicas una estructura para su reinserción.

Su objetivo es reunir en torno a la fundación a artistas, a intelectuales, a educadores y a organizaciones locales que sean capaces de desarrollar talleres, de compartir conocimientos y experiencias, de organizar programas y actividades que mejoren la vida de estas jóvenes y favorezcan su inserción social a través del arte.

La Fundación promueve el espíritu solidario y se preocupa por la causa femenina, lo que sin duda se ha convertido en el motor del fructífero trabajo de la artista.

¿Cómo se representa a la » La Mujer » en las primeras manifestaciones artísticas de África?

Desde que nacen hasta que tiene una edad avanzada, pasando por las etapas obligadas del matrimonio y la crianza de numerosos hijos, las mujeres ocupaban en África – y con frecuencia todavía en las sociedades rurales – un lugar especial. Éste, se caracteriza por su ambivalencia: la figura femenina tiene mucha relevancia en el seno del espacio privado, el de la familia, mientras que en la comunidad su papel es mucho más discreto en favor de los hombres.

Tanto los objetos reservados para el culto como los utilizados cotidianamente, son realizados por los hombres y para las prácticas que les competen solo a ellos. La mayoría de estos objetos no solo transmiten valores estéticos, sino que comunican e informan acerca del papel que las mujeres ocupan en la esfera política, económica, social y religiosa. Las obras sugieren tanto la idea de sensualidad como de fecundidad. Las mujeres aparecen representadas en solitario o con un niño, pero todas ellas aluden a la mujer como esposa, progenitora o madre, la maternidad es un tema capital en casi todas las culturas. La escultura de una maternidad, es la idealización de la mujer ancestro, la fundadora de un linaje, de una tribu, de miles de humanos que van sucediéndose…

En general, los escultores prestan poca atención a los cuerpos de las mujeres jóvenes y las niñas. Éstos prefieren tallar formas armoniosas en las que subliman los pechos y el vientre de las mujeres embarazadas. El cuerpo se entiende como la cuna de la fertilidad, y en él pueden verse representados signos de los rituales para la fecundidad. Las escarificaciones que se exhiben sobre el vientre de las figuras se refieren a las intervenciones de iniciación realizadas bajo la dirección de las madres y las tías paternas. El aprendizaje de estas chicas a menudo incluye intervenciones violentas sobre el cuerpo, tales como la escisión y la infibulación.

La maternidad es un tema muy importante en el arte de África. Fértil y saludable, «la mujer con el niño» es una figura idealizada que representan casi todos los grupos étnicos. Prácticamente en toda África los niños suponen riqueza para la comunidad porque perpetúa los valores, con su colaboración garantizan la subsistencia y suponen la continuación del linaje. La descendencia numerosa ha sido en África una necesidad, de ahí que los hombres quisieren asegurarla incluso con más de una mujer. Esta obligación contribuía al prestigio de los hombres y era uno de los argumentos que justificaba la poligamia.

Los roles de genitora y madre están tan fuertemente arraigados en la sociedad africana que a las niñas se las prepara desde muy pequeñas: durante la infancia poseen muñecas, que en la adolescencia reemplazan por estatuillas que conservarán durante años.

Mientras que a los hombres se les asigna la organización y la gestión de la comunidad y, los asuntos religiosos, de la caza y la guerra, algunas mujeres desempeñaron – y desempeñan – el poder político y espiritual, poderes muy vinculados. El reino de los Akan y los Ashanti (Ghana), tuvieron muchas heroínas, que empezaron con las reinas madres todopoderosos. Algunas cabezas en terracota, decoradas con hermosos peinados, se dedicaban a ellas y seguramente fueron creadas por expertos alfareros.

El arte de la corte favoreció la producción de obras excepcionales. Figuras con curvas delicadas, con abundantes escarificaciones sobre el busto y la espalda, y cabezas coronadas con peinados de gran diseño, ponen de manifiesto la importancia que se dio a las artes corporales. Sin embargo, algunas etnias, representan la feminidad con rasgos muy simples; predominando las formas angulares y las patinas que proporcionan color al marfil.

Cuando las mujeres alcanzan la edad de la madurez dejan de inspirar a los escultores, pero este nuevo estatus les da acceso a la esfera del poder y de las decisiones, a menudo reservado a los hombres.

www.galeria-out-of-africa.com

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