Rafael Sanz Lobato, Pasión y oficio por la fotografía

Pasión y oficio por la fotografía

Una pasión que surgió a los quince años, durante sus veranos en Sevilla, donde pasaba horas contemplando las fotografías antiguas de su familia, y de sus paseos a hacer recados, en los que veía a la gente de la calle que le llamaba mucho la atención, imágenes que se quedaron grabadas en su memoria y que le hicieron desear tener una cámara, algo que no se cumplió hasta los veintidós años.

Pasión que no ha desaparecido con el paso del tiempo, y que pudo desarrollar con mayor libertad cuando se compró su primer Seat 600, allá por el año 1962, lo que le permitía salir de Madrid a recorrer los pueblos de España para llevar a cabo lo que él mismo llamaba «documentalismo de fin semana». Ha sabido reflejar como nadie el carácter y la diversidad cultural de nuestro país, con trabajos tan reconocidos como A Rapa das Bestas (Pontevedra), Bercianos de Aliste (Zamora), la Caballada de Atienza (Guadalajara) o Auto Sacramental de Camuñas (Toledo), reportajes recogidos por otros fotógrafos como Cristóbal Hara o Cristina García Rodero, al que consideran su maestro.

Y oficio, porque su dedicación, desde sus inicios hasta hoy, ha sido plena y en todos los ámbitos. Al poco tiempo de empezar, y en la misma tienda donde se compró su primera cámara, preguntó al encargado qué hacía falta para revelar y así, sin más, aprendió a revelar él solo, algo que ha continuado haciendo hasta que el deterioro visual se lo ha permitido. En palabras del propio Sanz Lobato, «incluso perdiendo la vista hago mejores copias que hace quince años, porque es una cuestión de oficio».

Un defensor férreo del blanco y negro, con el que obtiene un color especial y una de las tonalidades más extraordinarias que ha dado la fotografía, algo que podremos comprobar personalmente en esta muestra, en la que repasamos la trayectoria de los trabajos documentales, bodegones y retratos en sesenta imágenes.

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