EFTI cumple 30 años
Mi cara está tan arrugada como la funda de piel
de la primera cámara que me regalaron en la comunión.
Mi cámara por todas las fotos vividas,
mi cara por todo lo sonreído.
En las reuniones familiares, mi tía me sigue preguntando cuándo sentaré la cabeza, ya solo salgo de día porque prefiero aprovechar las horas de sol y tengo recuerdos de hace más de 20 años porque ya tengo los 30.
El año que nací, según la ONU, había solo cinco mil millones de personas en el mundo, en la Antártida se estaba empezando a abrir un agujero en la capa de ozono y en España, Curro nos anunciaba el inicio de las obras de la Expo-92 de Sevilla, solo había dos canales de televisión. La Gran Vía estaba llena de teatros y por fin llegaba el agua corriente a Aranjuez. Mi Canon-A1 no tenía captador sino carrete, se presentaba oficialmente la Academia de la Cinematografía Española y se celebraba la primera gala de los Goya.
Al otro lado del charco, nacían los Simpson como un espacio en el show de Tracey Ullman, U2 grababa el videoclip de “Where the streets have no name” en la azotea de una licorería en Los Ángeles….
Y bajo un árbol en Rascafría, a la hora de la siesta, tres amigos, José Luís, Juan y Agustín, embriagados de emoción decidían apostarlo todo y montar EFTI Escuela de Fotografía y Centro de Imagen.
Este es el árbol, que tiene además su propia historia.
30 años en unos párrafos
De la Glorieta de Quevedo a Covarrubias, después a la Calle Génova para llegar a Fuenterrabía pasando por Valencia.
Te contaré que mi primera casa estuvo en la Glorieta de Quevedo.
Era un pisito que me arreglaron para montar un plató con la pizarra sobre la chimenea del salón. También había un laboratorio instalado en la cocina. Era un pelín precario -todo hay que decirlo- y las mesas para editar habían sobrado de alguna reforma, no me acuerdo muy bien. Agustín y Jose Luís daban clase y los ojos se les ponían a 2.8 cuando un alumno les contaba que venía desde Talavera, un pueblo de Toledo a unos 125 kilómetros de Madrid.
Resulta que la gente empezaba a interesarse por mí y necesitábamos más profesores.
El primer fotógrafo que cayó en mis brazos fue un tal Miguel Oriola que era muy bueno en Moda. Un tipo bastante particular al que le reservaban cada noche una mesa y unas botellas en la Joy Eslava por iniciativa del mismo local. También a un joven llamado Chema Madoz que era tímido y encantador. Le conocí porque tuvo una expo en el Círculo de Bellas Artes y me gustaron tanto sus fotos que le invité a dar una conferencia. Usaba la luz con tal delicadeza que, como no podía ser de otra manera, le terminaron dando un Premio Nacional de Fotografía en el 2000.
Pero eso fue mucho después.
Mi segunda casa estuvo en la calle Covarrubias, justo encima del Honky Tonk.
¿Te cuento por qué nos mudamos allí? El Honky era el garito donde después de clase Jose Luís y Agustín se llevaban a los alumnos a tomar unas cañas (bueno, quien dice unas cañas, dice unas copas). Por aquel entonces había poco más de 20 alumnos y sí, éramos todos un poco crápulas. Lo que pasa es que esa casa, si te digo la verdad, se nos terminó quedando pequeña y por eso me mudé a la calle Génova, no por nada, es que además el alquiler era más barato.
Me acuerdo que llamamos a la casera con el teléfono de mi amigo Nacho, el cuarto loco de esta historia, que era uno de los pocos que tenía teléfono móvil en España.
De aquella época recuerdo las visitas día sí, día no, de la policía. Estábamos justo al lado de la sede del Partido Popular y no entenderé nunca el por qué, pero al parecer creían que hacíamos escuchas, que en aquella época, por lo visto estaban a la orden del día.
En Génova estuvimos poco tiempo, pero allí es donde nuestro sueño de pequeña escuela empezó a convertirse en algo grande. Pilar de Domenech, que conocía a Agustín porque iba a su tienda a comprar los carretes siempre con su hija Rocío a los hombros, le presentó a Ciuco Gutiérrez, que andaba con una expo para recaudar fondos para un tratamiento médico de un amigo. Ciuco, que era tan soñador y apasionado como nosotros, decidió que sí, que se unía a la aventura de EFTI y…¡Exacto! ahí es donde empezamos a crear el primer Master de Fotografía.
Poco después se unió a la aventura Carlos de Andrés.
Y de nuevo… a mudarnos.
Fuenterrabía, donde estamos ahora, era un viejo local de Telefónica enorme, totalmente destruido. Con todo el esfuerzo del mundo de nuevo amueblamos como pudimos y montamos los platós con material de iluminación del estudio de Oriola.
Ahora que lo pienso y con el paso de los años, me doy cuenta de lo inconscientes que fuimos y de la suerte que tuvimos. Si no hubiese sido porque Totoya Gorbeña, por aquel entonces Directora General de Kodak, confió en nuestro proyecto y nos apoyó desinteresadamente, quizás la historia habría terminado aquí (aquel día que entramos en Kodak con los planos de lo que queríamos hacer, te prometo que pensamos que se iban a reír de nosotros)
Pero no todo ha ido siempre tan bien ¿Sabes que tuvimos EFTI Valencia? Todavía hay gente que nos pregunta porque al buscar en Google sigue apareciendo.
De aquella época recuerdo los largos viajes de tren y coche. Pablo, Felipe, Fernando, Oriola, Patricia, Ruth, Óscar … iban de miércoles a viernes. Estábamos todos exhaustos y sobrepasados por el esfuerzo pero éramos felices. El punto final lo puso el accidente de coche que tuvo Jose Luis en uno de los viajes. Aquella fue la señal para que Valencia se quedara en nuestro recuerdo. Se nos iba literalmente la vida en aquella segunda escuela.
Pero no nos pongamos trágicos, volvamos a Fuenterrabía donde ya venían alumnos de lugares mucho más exóticos que Talavera de la Reina. Y… ¡OSTRAS! Apareció la fotografía digital pero no cundió el pánico porque ahí estaba el maestro Jorge.
Años después empezó a sobresalir un alumno llamado Juan; un chico con las ideas muy claras que llegó para revolucionarnos tecnológicamente a todos. Él fue como un soplo de aire fresco. Nos zarandeó para decirnos: “Hey! las cosas han cambiado”.
Mientras al Master Internacional de Fotografía Contemporánea llegaban Bea y Momeñe aportando amor y experiencia, nació bajo la dirección de Juan el Master Internacional de Fotografía de Moda y poco después el Master Internacional en Cine Digital (porque ya sabes, el cine es fotografía a 24 frames por segundo.)
También surgía por necesidad Galería Cero para dar voz a nuestros alumnos de fotografía y a otros jóvenes talentos. Poco después, como se nos quedó pequeño el aula para “los Viernes de EFTI”, nació Unonueve. ¿El Hangar y La Nave? Se necesitaba más espacio para las superproducciones y el nuevo hijo, que es Trampoline, porque la pandilla de Cine necesitaban una plataforma para saltar.
Y así es cómo cambié de apellido por EFTI Centro Internacional de Fotografía y Cine.
Hacerse mayor cumpliendo sueños
Retomando lo que me molesta que mi tía me pregunte por qué no he sentado la cabeza y echando la vista atrás, me acabo de dar cuenta de que he tenido tal ensimismamiento en la fotografía y el cine, que no he tenido tiempo de pensar en otras cosas. Se es fotógrafo o cinematógrafo las 24 horas del día y si se es soñador, una hora más. Yo, estos 30 años he estado haciendo realidad mi sueño de convertirme en uno de los centros de referencia internacional en la vanguardia fotográfica (Y ¡Ojo!, ésto no lo he dicho yo).
Si algo me ha enseñado la experiencia es que hay que vivir las cosas con pasión y creer en la gente que te rodea.
Que te caes y te levantas porque tienes fuerza, pero sobre todo porque hay soñadores como tú y como yo que creemos en el poder de la imagen. También me ha enseñado a escuchar a cada una de las personas que han pasado por EFTI (16.700 alumnos de más de 60 países diferentes).
Ahora entiendo que cada etapa tiene unas necesidades, que la fotografía evoluciona constantemente (He vivido la revolución digital, la aparición de Internet y ahora hasta hago fotos con un móvil)
Y lo más importante: por muchas arrugas que tenga, se tiene la edad que uno quiera.
Qué, ¿te apetece que vivamos juntos -por ejemplo- otros 30 años más?
Enhorabuena por estos 30 años EFTI http://www.efti.es/ del equipo de DNG Photo Magazine